El tema del nombre del golfo de México ha resurgido en el contexto de las tensiones políticas entre Estados Unidos y México, especialmente durante la administración de Donald Trump. Su propuesta de renombrar el golfo como «golfo de Estados Unidos» se inscribe en una serie de declaraciones y acciones que evidencian su enfoque en la soberanía y el nacionalismo estadounidense.
Sin embargo, cualquier cambio en el nombre de un cuerpo de agua como el golfo de México no puede ser decidido unilateralmente por un solo país. La Organización Hidrográfica Internacional (OHI) tiene la autoridad para establecer nombres oficiales y garantizar que se mantenga una cartografía uniforme a nivel global. Esto significa que, aunque Trump pudiera expresar su deseo de renombrar el golfo, otros países, incluidos México y aquellos que también tienen costas en el golfo, no están obligados a aceptar esa modificación.
La cuestión del nombre del golfo es un símbolo de las complejas relaciones entre Estados Unidos y México, que incluyen aspectos históricos, económicos y culturales. La insistencia de Trump en este tema puede interpretarse como parte de su retórica sobre la fortaleza de Estados Unidos en el ámbito internacional y sus relaciones con sus vecinos. Sin embargo, el reconocimiento y aceptación de un nuevo nombre dependería de un consenso más amplio en el ámbito internacional.