
La historia de Uruguay y su enfoque hacia la separación entre la iglesia y el estado es fascinante y poco conocida. Desde 1919, el país ha promovido un calendario secular que refleja una diversidad cultural y social, reemplazando festividades religiosas con conmemoraciones que celebran la familia y el turismo. Esta decisión no solo representa un cambio en la nomenclatura de las festividades, sino que también subraya un compromiso con la laicidad y la inclusión en una sociedad que valora tanto sus tradiciones como su modernidad. La transformación de feriados como la Navidad en el Día de la Familia o la Semana Santa en la Semana de Turismo resalta una adaptación cultural que ha sido objeto de estudio, mostrando cómo un país puede navegar entre su herencia religiosa y un futuro más pluralista. Esta singularidad uruguaya invita a reflexionar sobre la identidad y el papel de las festividades en la construcción de la sociedad moderna.